Traducir La Realidad al Escenario

Jaramillo Vega
Gestor, coreógrafo y maestro de Triknia Dance Company.

¿Qué es la danza para usted, y cuál ha sido su experiencia con este arte?

“La danza para mí ha sido mi forma de vida. Yo he vivido impulsado por la danza, cada acción diaria está ligada a la danza. La danza para mí está más allá de la pasión. Yo vivo en función de mi propia danza. Mi experiencia con la danza ha sido maravillosa. La encontré bailando frente a un radio, a muy temprana edad, y años más tarde volvería a encontrarme con la danza moderna en un salón de clase. (…) Desde ahí iniciamos un amantazgo que continuará en el legado mío, de mi aporte a las nuevas generaciones, donde ya he dado mucho.”

¿Cómo ve usted el contexto de la danza en Colombia?

“Colombia tiene mucho talento, hay muchas habilidades, hay muy buenos bailarines y bailarinas, y hay muy buenos creativos. Lo veo confuso, porque aún siguen dejándose influenciar de procesos foráneos, (…) procesos que llegaron a nosotros a través de diferentes artistas: están copiando directamente otros modelos sin citar, sin apropiarse y acomodarse a ese lenguaje corporal, que ya es universal –eso ya no le pertenece a ninguna cultura. (…) Quiere decir que no tienen un lenguaje contemporáneo diferente al resto del mundo, y ese es un proceso que lleva bastante tiempo, para que podamos guiar no solamente bailarines. (…) Ahora, por las posibilidades de la tecnología y de la comunicación, hay muchas maneras posibles de influenciar –influenciar, como un impulso para la creatividad. (…) Sí hay buenos creadores, sí hay buenos bailarines, sí están buscándole, pero todavía, en esa confusión, no logran encontrar quitarse de encima ese caparazón de influencias que los tiene ahí quietos. Hay muchísimos colectivos, y eso da como resultado que [los] creativos tienen que empezar a buscar y a expresar sus propios procesos (…), su propia propuesta.”

¿Cómo se ha enfocado su carrera en pro de la danza en Colombia?

“Nunca he podido desligar el trabajo pedagógico del trabajo coreográfico (…). He sido alguien que mezcla la poesía con la danza, y la danza con la poesía. Yo hago mis propios textos, y hago mis propios montajes. En mis coreografías, siempre está la búsqueda de los elementos de la cultura colombiana, porque son los gestos, las posturas –un hablado caleño, o de Jamundí, es totalmente diferente a un paisa de la zona cafetera, a uno de Bucaramanga, o uno de Cartagena …, cada entonación da una cosa totalmente diferente. Yo utilizo esos elementos con la danza contemporánea. Yo siempre en toda mi obra he querido contar algo (…). Cuando me quité ese caparazón de las influencias, ya dejé de bailar por bailar. [La] última obra que he hecho aquí en Colombia se llama La esquina desplazada, sobre el tema de los desplazados, es decir estoy contando una cosa basada en esos hechos reales de esa parte trágica y dolorosa nuestra, y lo que hice yo fue utilizar esa historia (…), y contarla desde el punto de vista escénico. (…) [Para ello], yo tuve que enseñarle a los chicos los pasos que correspondían a la realidad, y a lo que se quería contar (…), para que tradujeran lo que coreográficamente se necesitaba. (…) [Siempre le digo a los estudiantes que piensen en cómo el público se siente, y que el público] sepa cuál es la intención que ese bailarín que está allá está haciendo para que escénicamente se vea más poderoso lo que él te quiere contar.”