Natalia

Natalia

Orozco
Gerente de Danza del Instituto Distrital de las Artes

La Danza Como Diálogo en la Ciudad

Gerente de Danza del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), Bogotá, Colombia

¿Por qué la danza es tan importante para el ser humano?

La danza es una práctica, es un campo de acción, y también es una manera de enunciarse política, social, cultural y artísticamente de cada individuo y de una sociedad. Quizás hoy hay una reflexión importante por hacer respecto a la disminución de la comunicación, y lo que significa esconder nuestro cuerpo y nuestro tono de voz a partir de la tecnología. Hay que preguntar dónde quedan los gestos, las expresiones, todo eso que se dice entre líneas, todo eso a partir de lo cual se construye una sociedad y una comunidad; y la danza nos puede ayudar a hacerlo. Las sociedades se construyen a través de modos de expresión, de modos de comunicación, y el gesto es en principio el primer trazo que nos permite entrar en relación con el otro, justamente por ser un lugar para el equivoco, de otorgarnos la posibilidad de abrir no un mundo sino mundos y relaciones posibles.

¿Por qué la danza es tan importante para Bogotá?

En una ciudad como Bogotá, a partir de la danza se forjan espacios impresionantes de identidad, de dinamización y se generan formas de percibir y maneras de comprender y de actuar. La danza es un modo de pensamiento a través del cuerpo, que pasa por esa corporalidad. Y Bogotá es una ciudad que nos exige hablar no de la danza sino desde su lugar múltiple, de las danzas. Cada una de ellas está atravesada por decisiones de vida que están relacionadas con historias, resistencias y horizontes individuales y colectivos. Por ello la danza en Bogotá es tan presente pues a través de ella no solo se decide ante una forma artística que se puede incorporar y explotar, sino una manera de ser, de enunciarse, de estar vivo y de hacer mundo con otros.

¿Cómo trabajar la danza desde lo público en una ciudad como Bogotá?

La historia de la institucionalidad en Bogotá y su manera de hacer presencia en la danza no es equivalente a la historia de la danza que se ha forjado desde los múltiples esfuerzos de sus agentes. Bogotá es una ciudad reconocida por ser una ciudad de grupos, colectivos, artistas y compañías independientes. Y esta es su potencia, pero así mismo ha sido causa de sus problemas. La institución pública en las artes es relativamente nueva en nuestro territorio colombiano. En los años setenta se inician procesos de consolidación y espacios de diálogo sobre la cultura en Colombia, pero aún muy centrados en “La Cultura”, en “La Identidad Nacional”; y hacia finales de los setentas se crea el Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Posterior a la Constitución de 1991, las políticas culturales para las artes y la cultura se diversifican, la institucionalidad cultural integra las identidades en plural que constituyen al país, y sólo hasta 1997 tenemos un Ministerio de Cultura y una Ley de Cultura. En la mitad del nuevo milenio, Bogotá conforma un Sistema Distrital de Cultura y a partir de 2011 la ciudad cuenta con un Instituto Distrital de las Artes, dedicado a las artes, producto de las movilizaciones y gestiones de los agentes y artistas de la ciudad de Bogotá.

A hoy, el Instituto Distrital de las Artes ha crecido de una manera sorprendente pero no tanto como para poder dialogar e interactuar con la dimensión territorial y poblacional de la ciudad. Cuando hacemos el “Festival Danza en la Ciudad” volvemos a reconocer la magnitud de Bogotá, de que somos una ciudad más de ocho millones de habitantes, de veinte localidades, donde volvemos a reconocer que la mayoría de nuestros equipamientos culturales y escénicos están centralizados en cuatro o cinco localidades. Por lo tanto, la tarea hoy es generar diagnósticos que permitan trazar los mapas culturales y artísticos de la ciudad en sus dinámicas, configuraciones, etc. Hoy sabemos que esta es una ciudad que baila, que danza, en la cual hay un campo dinámico de agentes, instituciones públicas y privadas, espacios independientes dedicados a la danza, pero hace falta profundizar en las realidades dancísticas de la ciudad.

¿Cómo institucionalizar la danza en Bogotá?

El reto a corto plazo es cómo la institución dialoga con unos procesos que ya tienen unos cursos en el tiempo muy superiores a la misma institución, y cómo logra que aquello que realice no entre a entorpecer, sino a empoderar. No podemos olvidar que la presencia de la institución transforma y cambia las maneras, los procesos y los tiempos (sobre todo). Por ello, la pregunta debe interrogar sobre el cómo ser garante de los derechos culturales, y ser promotor de un campo de acción como la danza en la ciudad, teniendo presente sus procesos particulares, pero así́ mismo acompañando el camino de “distribución” que indudablemente exige todo proceso de formalización o institucionalización. Ahora bien, ese lugar de lo distrital es muy complejo cuando la ciudad se configura a partir de una pluralidad de territorios administrativos y culturales que muchas veces no coinciden, pues las culturas y las artes tienen sus propios bordes, sus formas diversas de delimitarse, pero sobre todo de relacionarse. Celebro mucho vivir en Bogotá, porque tiene un ejercicio de la danza dinamizador y transformador. Además de la creación artística escénica, la danza tiene muchos otros usos y practicas creativas que van más allá́ de lo escénico, y que tienen que ver con aspectos de carácter social, de carácter político (formas disimiles del encuentro), maneras múltiples en que la danza se a apropia en los cuerpos, en los territorios, en quienes la ejercen, la gozan y la viven.