“He podido crecer como bailarín y madurar artísticamente, pues ha significado un despertar a la exigencia de la danza y del ballet: esta disciplina no siempre es fácil, pero siempre surgen cosas buenas y de las cuales se aprende. A veces uno hace grandes esfuerzos y las cosas no salen como uno quiere; pero lo más gratificante es cuando te salen bien las cosas que no pensabas que fueran a salir así, y cuando todo fluye naturalmente. Además, al tener la comodidad de ser becario del programa, soy consciente de la oportunidad que tengo, y siento el deber de aprovecharla al máximo cada día. Tengo que hacer las cosas bien para surgir profesionalmente, y para tener una estabilidad económica que me permita, de paso, apoyar a mi madre y enorgullecerla.”