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Si hay algo que nos une es la capacidad de abandonar. Otra paradoja: nos hundimos en la mueca de algún paisaje para distraernos. Celebramos el olvido para no tener que vernos cara a cara con la realidad. Y sin embargo, en medio de todo eso, sonreímos con la luz de una luciérnaga que se posa en el costado, con la sombra que se levanta contra el hierro roto de la casa, con el anhelo que nos viste para los funerales y los nacimientos. Será porque en algún momento todos partimos y nos quedamos solo con el aliento de muchas visitas.
Casa de luciérnagas es un montaje escénico que integra los lenguajes artísticos del teatro gestual, el circo, la danza, el arte plástico y la tecnología en un ejercicio interdisciplinar que habla sobre la fragilidad de la condición humana y la forma en como dichas fragilidades cambiantes se encuentran en el tiempo y en el espacio.
A través de una construcción convencional, el equipo de trabajo desarrolla una propuesta que explora las posibilidades del cuerpo como principal vehículo para la producción de sentido. El uso de diversos recursos escénicos posibilita el diálogo con el espectador desde una mirada amplia de las relaciones entre el equilibrio y el desequilibrio no solo desde el punto de vista físico sino también emocional. Encuentros y desencuentros tejen desde la poética gestual una serie de eventos que desde la simpleza cotidiana proponen una reflexión profunda sobre la condición humana, valiéndose de una mirada multidimensional que a partir del estudio corporal expone la fragilidad de nuestra naturaleza como habitantes de espacios donde el movimiento expresa a través de su gramática una forma ineludible de relacionarse con el otro.
El concepto de diseño vivo como propuesta desde el concepto plástico sugiere una concepción más allá de la simple ocupación física del espacio. Los elementos que componen la puesta en escena en sí mismos tienen vida y movimiento y mediante un diseño novedoso se incorporan a la línea narrativa de la propuesta para construir sentido. Los objetos se transforman en tanto que su funcionalidad se transfigura, pasando de ser un instrumento plástico aislado a un discurso potente que articulado con los intérpretes y sus historias confrontan al espectador desde la realidad que cada uno habita. Los personajes se debaten entre la tensión natural de quien está aferrado al suelo por la gravedad pero que al mismo tiempo es empujado en multitud de direcciones, recordándonos que algunas veces somos más livianos aunque nunca podamos tocar el cielo.
