Molotov, Rock al Parque y yo
Si hubo una serie de agrupaciones latinoamericanas que me sacaron de la zona de confort en la que me encontraba y que me tenía inmersa en la moda de seguir los conteos de la música anglo que sonaba en las emisoras juveniles en la década de los años 90, entre esas se encontraba sin duda alguna Molotov. ¿Dónde jugarán las niñas?, ese primer álbum que los mexicanos publicaron en el 97, incluyó en su track listing un par de canciones como Gimme The Power y Voto Latino que lograron conectarme con la banda sin mayor esfuerzo. No fueron necesarias tantas sonadas en radio ni tuve que ver muchas veces sus videos rotando en canales como MTv para que Molotov y yo hiciéramos clic. En esa época de mi vida, primeros años de universidad, comencé a trabajar como voluntaria en una ONG de Derechos Humanos. Mi tendencia izquierdoza y revoltosa, anti-sistema y rebelde era más que evidente finalizando los 90.
En el 99, yo no trabajaba para Shock aún, así que no contaba con la escarapela mágica de prensa y medio aliado de un Festival como Rock Al Parque que te permite pasearte oriundo por los corredores del backstage y acceder sin mayores artimañas a tus bandas favoritas. Para entonces yo moría por trabajar en Shock, eso ya lo tenía claro. Coleccionaba las ediciones impresas de la revista, y una en especial, la de Kurt Cobain, era intocable. Todavía lo sigue siendo y permanece resguardada como el más preciado de los tesoros. Pero no. Aún no era parte del equipo editorial, y tampoco imaginaba que me llegaría la oportunidad de serlo. Así que a esa edición de Rock al Parque fui como espectadora, como todas las que le antecedieron. Quería ver a los Cafeta, a Control Machete, a las Víctimas del Doctor Cerebro, a los Illya Kuryaki and The Valderramas y por supuesto, cómo no, a Molotov. Recuerdo incluso que ese fue el año en el me hice fan del directo de una banda nacional que salió a tragarse la tarima, era la banda de Dilson Díaz: La Pestilencia.
Ese año de 1999 vi a Molotov por primera vez en vivo. Recuerdo yo estaba ahí, apeñuscada entre un mar de gente que pogueaba, que saltaba y que sudaba, vaya si sudaba; que el piso retumbaba como si la tierra estuviera abriéndose. Fui testigo de la descarga sonora de los mexicanos y disfruté muchísimo su show. Luego vendrían en su carrera canciones como Puto, RastaMan-dita, Marciano y Frijolero, entre muchas otras que se convirtieron en hits radiales y en himnos de una generación. Yo empezaría a trabajar en Shock iniciando la década del 2000 y ese trabajo soñado, me daría la posibilidad de entrevistar una y otra vez, a Randy, Tito, Micky y Paco (en nuestros encuentros, siempre hemos tenido grandes conversaciones). Sus letras agresivas y sus polémicos videos harían de las suyas con la llegada del nuevo milenio, les daríamos la portada de Shock y con el paso del tiempo. Molotov se ratificaría como uno de los grandes referentes del rock latinoamericano.
Que la fuerza de su directo y la contundencia de su show lleguen a un Auditorio como el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, es claramente algo para no perderse.
Twitter @bilirubbini