Los autodidactas del teatro

Eugenio Barba, fundador y director de Odin Teatret ya llegó a Bogotá con su equipo para presentar su más reciente creación, La Vida Crónica; y nos reveló detalles de esta obra y de la historia de la particular compañía de teatro.

Hablemos de Odin Teatret, de la trayectoria, de la historia de la compañía y su fundación

Es un grupo que ya celebró sus 50 años en junio de 2014, así que es una larga trayectoria. Lo que lo caracteriza es que muchos de los fundadores todavía están, así que es un poco particular en la historia del teatro que el elenco se quede, hay siempre una efemeridad en las relaciones y de trabajo, la compañía y sus teatros. Eso ha caracterizado el Odin Teatret.

¿De dónde nació la idea de Odin Teatret y de hacer una compañía de teatro de este estilo?

En 1964 cuando todo el panorama teatral era profundamente diferente de hoy, existían solo edificios teatrales, y no existía toda esa cultura alternativa de experimentos. Así que cuando yo intenté trabajar en Noruega, donde yo vivía en ese momento, no tuve la posibilidad, entonces reuní algunos jóvenes que habían sido rechazados de la escuela teatral, y comenzamos con el Odin Teatret, que era un grupo de aficionados. Lo que hicimos fue comenzar con toda una idea de prepararnos como profesionales, y eso fue el entrenamiento. Así que el Odin Teatret fue uno de los pioneros en ese tipo de autodidactismo que ha caracterizado mucho de la cultura teatral, de los teatros europeos, las compañías, los grupos y todo eso, y también claro en América Latina.

¿Qué diferencia a Odin Teatret de otras compañías teatrales de ese estilo en Europa y en Latinoamérica?

El grupo tiene su identidad artística. Lo que caracteriza al Odin es que, primero, vivimos en una pequeña ciudad, dejamos una capital, que era Oslo, donde el teatro fue fundado y emigramos a Dinamarca, a una pequeña provincia de 15.000 habitantes. Esa fue la primera característica de nuestro grupo, de cómo arraigarnos en una realidad pequeña, donde era posible una relación más estrecha con la gente. Segundo, es que el teatro es sobretodo un ambiente, una célula que no solo produce espectáculos, sino tiene otra cantidad de actividades, que pueden ser de tipo pedagógico, que puede ser de trabajo en la comunidad, que puede ser de búsqueda, de investigación; así que por ejemplo muchas de las actividades del Odin fueron de nivel internacional, a través de una escuela de antropología teatral. Muchas actividades han caracterizado lo que era el Odin Teatret, que con el tiempo se ha firmado como un teatro laboratorio.

¿Cuál es el objetivo de los talleres que realiza Odin Teatret en el marco de la presentación de La Vida Crónica?

Hay muchas maneras de considerar el teatro. Una es imaginarlo, pensarlo como relación. Así que la más evidente forma de relación es lo que pasa durante un espectáculo con los actores y los espectadores, pero también a nivel de proceso de trabajo, existe la posibilidad de relaciones entre la gente misma del oficio. Eso que llamamos talleres es la posibilidad de intercambiar en base a las experiencias que uno ha hecho. Claro que cuando llegan los actores del Odin, que ya tienen 50, 40, 30 años de experiencia, el intercambio es un poco particular. Pero hay personas interesadas en ese tipo de interacción, basadas sobre aspectos técnicos y procedimientos concretos fundamentales para el actor. 

Hablemos de La Vida Crónica

El Odin hace un espectáculo y lo ensaya durante mucho tiempo. Los ensayos de La Vida Crónica en realidad duraron casi 4 años, pero claro, no todos los días. Y tiene unas características. Los actores provienen de diferentes países, ellos hablan lenguas diferentes. Los espectadores se enfrentan a personajes que hablan lenguas distintas. Entonces, uno de los problemas de la dramaturgia del espectáculo es para el director, cómo hacer que el espectador no se asuste o no pierda la atención, el interés por lo que está aconteciendo. Y eso significa que los actores han desarrollado toda una manera particular que se dirige a otros lados de la comprensión, no solo a través de un texto que se comprende, sino a través de los dinamismos, de los movimientos, de las posiciones, de la creación de imágenes, y sobre todo de la vocalidad, una manera de hablar que recuerde mucho el canto. El espectáculo reúne sobretodo una historia que es contada a través de acontecimientos inusuales.

Cuéntanos un poco de la relación de Odin Teatret con América Latina

La relación con América Latina comenzó en el 76 cuando por primera vez el Odin fue invitado al Festival Internacional de Caracas. Allá encontramos muchos grupos de teatro latinoamericano y artistas; así que se establecieron relaciones personales muy fuertes. Aquí con artistas colombianos sobretodo con La Candelaria, con el Teatro Taller de Colombia, después con el Teatro Tierra. Siempre tuvimos una relación que no era abstracta o solo de presentar espectáculos, sino de amistades y también de colaboraciones. Por ejemplo, el Teatro Taller de Colombia vino no solo a presentar un espectáculo sino a participar en toda una gran semana de fiesta que organizamos en la pequeña ciudad de Dinamarca donde vivimos. Ese tipo de relación la tenemos con muchos grupos en diferentes países latinoamericanos, así que yo diría que América Latina, en toda su diversidad, ha sido muy importante para el desarrollo del Odin, porque cada persona como cada grupo de teatro se desarrolla en base a las relaciones y a los estímulos que recibe durante su trabajo.

¿Qué viene para el futuro de Odin Teatret?

Seguro, el fin. Somos un grupo que ha trabajado 50 años y no creo que vaya a haber un largo futuro, algunos años, pero ya hemos preparado nuestra salida de ese planeta. Hay una nueva generación que no fue formada por el Odin, son jóvenes actores y directores que han trabajado dentro el ambiente de laboratorio, y cuando el Odin como grupo va a desaparecer, y su nombre también va a desaparecer, estas jóvenes compañías y directores van a continuar nuestra actividad en Dinamarca.

Para esta salida, ¿hay alguna obra en mente o una presentación?

Vamos a comenzar justamente aquí en Colombia, después de las dos semanas en espectáculos en el Teatro Mayor con La Vida Crónica, nos vamos a Villa de Leyva y empezamos los ensayos en el Teatro del Sol. Beatriz Camargo nos da hospedaje, y ya comenzamos los ensayos de un nuevo espectáculo que se llama ‘Volar’. Y pensamos terminarlo en el 2016, para presentarlo a Brolaf, capital de la cultura europea.

¿Qué es lo que más te gusta de Colombia?

Para mí un país son las personas. He encontrado a unas personas que me han tocado por su coherencia, por su capacidad de luchar para no desistir; esas cualidades humanas son las que más me atraen y satisfacen en una relación. Aquí he encontrado algunas de esas personas. Claro que Colombia es un país muy bello, de montañas, pienso en Cartagena; pero cada país, en cualquier parte del mundo donde usted va, hay paisajes bellos, ciudades también excepcionales. Lo que caracteriza al país son las personas, los individuos que he encontrado y que han significado algo en mi vida. Y aquí en Colombia viven algunos de ellos.

¿De dónde nació la idea de la historia de La Vida Crónica?

Teníamos que hacer siempre después de cierto periodo un nuevo espectáculo, así que es un acuerdo entre mis actores, que ya han trabajado conmigo decenas y decenas de años, y que yo prepare como un tema o diferentes temas que se juntan en una especie de marco, de horizonte narrativo. Y fue así que salió la idea de una época. Yo la imaginé como el resumen de un periódico, cuando yo abro un periódico habla de inmigrantes que intentan llegar a Europa, y esos inmigrantes tienen diferentes razones. Algunos buscan a su familia, que entró en Europa de manera ilegal y se ha perdido, otras como intento de escaparse, de encontrar un refugio pacífico. Pero no solamente eso, también como una sensación que es muy importante en una civilización: su relación con los muertos. En Europa en ese momento la idea de la muerte es como excluida de la vida cotidiana. Todo lo que tiene que ver con la muerte, con la vejez, es casi rechazado. De ahí también surgió la idea de dos viudas que tienen un diálogo con su marido todo el tiempo. Son dos viudas muy diferentes. Una es la viuda de un terrorista que ha matado, y la otra es la viuda de un checheno, de un pobre campesino que vive durante esas guerras que se pasan allá, y como esas mujeres no tienen vivo lo que es fundamental en la vida de un individuo que es el amor, porque el amor da también un sentido de esperanza, que da como futuro. Y al mismo tiempo se une a esas dos historias de dos viudas, la del joven colombiano que llega a Europa buscando a su papá. Es también una historia de amor, de cómo reencontrar un lazo afectivo que es fundamental en la vida del ser humano. Así que esos fueron lentamente los elementos que se consolidaron en el espectáculo que se llama La Vida Crónica.

¿Qué opinas del Teatro Mayor como un espacio para presentar las obras de la compañía? ¿Por qué te gusta este teatro?

Cuando vine aquí la primera vez me encontré a Ramiro Osorio, lo había conocido en México en 1983, y no habíamos tenido posibilidades de colaborar juntos. Así que cuando llegué aquí en el 2010 el Teatro venía de abrirse, no me di cuenta de esa dimensión inmensa que tiene el Teatro, que no es un Teatro, es una grande ciudad cultural con todo, bibliotecas, conciertos…Ahora regresando me doy cuenta de la programación inmensa, y estoy totalmente estupefacto. Es un trabajo inmenso que ni existe en las grandes capitales de Europa.

 

¡No te pierdas La Vida Crónica de Odin Teatret Del 11 al 14 y del 17 al 21 de marzo!

 

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