Bahía y Mojarra: dos celebraciones de tradición e identidad

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En 1997 el Grupo Bahía ganó el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. Hugo Candelario González, músico tradicional de Guapi, Cauca, intérprete de marimba de chonta y fundador del grupo, aprovechó el momento para invitar a su maestro, José Antonio Torres, conocido como Gualajo, a vivir con él en un apartamento de Cali. Su idea era abrirle camino a la marimba de chonta, un instrumento que en ese entonces aún era algo exótico en las academias de música en Colombia: “A nivel musical él era mi papá, mi tío, mi hermano”, recuerda Hugo Candelario. “Él para mí fue la universidad de la marimba y creo que será por mucho tiempo el mejor marimbero de todos los tiempos del Pacífico. Estoy agradecido de haber heredado mucho de su magia, mucho de su sabiduría, y yo considero que sin él no existiría ni yo ni el Grupo Bahía, porque mucho de lo que interpretamos es de lo que yo bebí de él y de su sabiduría”.

Esa pequeña anécdota es una muestra de la manera en que se transmite la tradición y el conocimiento musical en Colombia. La historia de Hugo Candelario y Gualajo había empezado mucho antes -al fundador de Bahía le han contado que cuando en Guapi llevaron a su mamá al hospital, fue Gualajo el que condujo la lancha- y luego se alimentó a partir de la amistad, el respeto y el gusto por la vida. Esos tres elementos son esenciales para que esa transmisión de la cultura musical se siga generando.

Para Alejandro Montaña, uno de los fundadores de La Mojarra Eléctrica, llegar a entender cómo funcionaba esa transmisión le tomó más tiempo. Él, un baterista interesado por el punk y el rock, tuvo un golpe de realidad cuando se fue a estudiar música a Cuba y le pidieron que tocara un ritmo propio de su país: “Pude medio bosquejar una cumbia”, dice. Sin embargo, eso le sirvió para realizar una inmersión en los ritmos colombianos: ya con el grupo armado, fueron a festivales de músicas tradicionales y conocieron a los maestros: “En 2001, cuando fuimos a nuestro primer Petronio, éramos unos bichos raros, pero ellos al ver nuestro interés empezaron a crear con nosotros lazos de amistad. La única forma de aprender es compartiendo saberes: nos acercamos a esas figuras desde la amistad y les transmitimos también nuestras visiones armónicas de músicas más comunes o del jazz, o cosas de la gestión y de la promoción de la música”.

A través de esas conversaciones, se empiezan a entender los secretos de la música colombiana. Hugo Candelario, del grupo Bahía, explica por ejemplo que la cercanía al mar influye en la manera como suena la música del Pacífico: “Cuando los músicos y las cantaoras están más cerca del mar, todo suena más duro, con un ritmo más acelerado, mientras que los músicos y las cantaoras que están en las cabeceras de los ríos y los afluentes tocan y cantan más pausado, más suave, con un ritmo más cadencioso. Yo, por ejemplo, soy del Río Guapi y mi río tiene dos mareas, entonces eso genera un ritmo natural para todo el mundo y eso se escucha en mi música, que tiene la inspiración en el aguabajo”. Bahía, con el tiempo, se convirtió en uno de los grupos profesionales pioneros en difundir la música tradicional del Pacífico y especialmente la del sur, de donde es oriundo Hugo Candelario, y especialmente la marimba de Chonta. Fundada formalmente en 1992, está cumpliendo 30 años en esa labor y los celebrará este sábado 5 de marzo a las 8 p.m. con un concierto en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

Entretanto, La Mojarra Eléctrica hace parte de una ola de grupos que surgieron a principios del siglo XXI, entre las que también se encuentran Puerto Candelaria y Tumbacatre, del interés de músicos de la ciudad que se interesaron en la música tradicional de Colombia. La Mojarra lleva 20 años trabajando con el objetivo de generar lazos con los músicos tradicionales, y que han buscado visibilizar esos ritmos con un toque moderno a través de ritmos como el funk, el jazz y la música afrocubana. También celebrará su aniversario en el Teatro Mayor, con un concierto el 6 de marzo a las 5 p.m.

Tanto Hugo Candelario como Montaña coinciden en que la clave para que estos ritmos sigan sonando está, precisamente, en las conversaciones. “Lo que ha tratado de hacer Bahía es ser un puente entre lo tradicional y lo académico, entre la sabiduría empírica de lo rural y los nuevos sonidos de lo urbano”, dice. “Sabemos que es un proceso lento, de paciencia, de disciplina, de responsabilidad, pero es necesario que conversen esas sabidurías”.

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