El baile en el distanciamiento de Iván Ovalle y Gina Medina

Puede que no haya contacto, pero la pasión está en sus ojos, pesada como una roca. Los dos, Gina Medina e Iván Ovalle, aparecen vestidos de negro y se mueven al compás de Zum, el tango de Astor Piazzolla interpretado por el Quinteto Leopoldo Federico, que dirige Giovanni Parra.  

Es la primera vez que los bailarines y los músicos se suben a un escenario tras la declaración del estado de aislamiento para frenar el avance del coronavirus (Covid-19) en Colombia. El escenario es el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y para este concierto del Quinteto, Medina y Ovalle crearon una propuesta coreográfica especial, que responde a estos tiempos en que la distancia se ha convertido en un nuevo mandamiento.  

Como bien dice Ovalle, el tango significa abrazo, y a pesar de esa máxima fundamental y de que en el concierto sonaban los compases del bandoneón, la pareja de baile creó una rutina en la que sus cuerpos no se tocan.  

“El abrazo y la cercanía son inherentes al tango, pero nosotros decidimos asumir ese reto y a partir de ahí generar unas coreografías sin abrazarnos (...) Los artistas tenemos esa obligación de indagar, de investigar, de proponer, de hacer cosas nuevas”, explica Ovalle.  

Sus propuestas se podrán ver en la plataforma Teatro Digital, de Bancolombia y del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, un escenario de la Alcaldía de Bogotá a través del Instituto Distrital de las Artes, que transmitirá el concierto hasta el 27 de agosto. 

Puede que los cuerpos de Ovalle y Medina guardan esa distancia en su coreografía de Zum, pero basta con borrar esos metros de más en la mente para sentir como sus cuerpos están en perfecta sincronía, como si sudaran juntos.  

“Es un trabajo de conexión que hace uno cuando está aprendiendo y enseñando a bailar tango, es un trabajo desde el torso, desde la espiral, desde el control del movimiento, sin ningún tipo de contacto. Y ahí pudimos generar esa primera coreografía”, cuenta el bailarín.  

Medina y Ovalle también inventaron una rutina especial para uno de los bambucos que se interpreta en el concierto, Bellavista, de Lucas Saboya. Aquí, cambian los colores. Tanto Ovalle, que lleva una camisa roja, como Medina, con un largo vestido de color crema, salen al escenario abrazando una silla. Los bailarines además juegan con una chaqueta, que se convierte en un elemento que los une en la distancia. 

“Aquí es más contar una historia con ese bambuco bellísimo, con esa coreografía de la silla, de la lejanía, de una cantidad de cosas que nos produce esa música melancólica”, añade Ovalle.  

Además de los integrantes del Quinteto y de la pareja de baile, en el concierto también participan los cantantes Roberto Aroldi y Hugo Diegues, reconocidas voces del tango. Tanto Parra, en sus declaraciones en el concierto, como Ovalle en esta entrevista no podrían esconder sus emociones de lo que significaba volver a un escenario después de tanto tiempo.  

“Es lo mejor que le puede pasar a uno como artista, como músico, como bailarín. Yo creo que todos estábamos absolutamente encantados y maravillados con esta posibilidad. Estamos muy felices y el resultado me pareció que fue muy interesante”, asegura.  

Ovalle y Medina llevan bailando juntos 20 años y esa carrera han logrado reconocimientos tan importantes como el cuarto puesto del Mundial de Tango de Buenos Aires 2008, en la categoría Escenario. Además de su larga experiencia escénica, cada uno tiene su propia agrupación: Medina, la Academia Alma de Tango y Ovalle, el grupo Soho Tango.  

Este nuevo trabajo responde entonces a esa destacada trayectoria. “Es el resultado de un esfuerzo y de una preocupación permanente por hacer cosas nuevas, de decir que los bailarines no somos tangueros o salseros o folclóricos, sino que somos una universalidad y el bailarín tiene la opción de crear y generar con cualquier tipo de música”, finaliza el artista.