Incolballet y la Compañía de Danza del Teatro Mayor

Incolballet y la Compañía de Danza del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo bailan juntas virtualmente

Bailarines de las dos instituciones vienen compartiendo clases a pesar de la distancia y del aislamiento.

En el 2019, la Compañía de Danza del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo emprendió una gira que llevó su obra El sueño de Lilith a diferentes rincones de Colombia. Esta primera producción del grupo, dirigida por la británica Sarah Storer, resultó ser la génesis de una alianza que un año más tarde se convertiría en la unión virtual de dos compañías de danza del país.    

La relación entre La Compañía Colombiana de Danza Contemporánea (CCDC), de Incolballet, con sede en Cali, y la Compañía de Danza del Teatro Mayor empezó el año pasado, cuando esta última aterrizó en la capital del Valle, que hacía parte de la gira de El sueño de Lilith. Storer contactó a Arlai González Padin, director artístico de Incolballet, para proponerle un intercambio de bailarines. La idea que la directora y coreógrafa británica tenía en mente era convocar una experiencia diferente, para que ambas compañías pudieran aprender de la otra.    

El encuentro se dio y los bailarines de Incolballet terminaron asistiendo a la función de El sueño de Lilith e incluso los artistas de los dos grupos tuvieron la oportunidad de compartir juntos uno que otro manjar gastronómico de la capital del Valle del Cauca. Fue así como empezó a gestarse un vínculo amistoso y profesional que ha ido creciendo hasta hoy.   

“Hace unos meses estaba hablando con Arlai y le propuse que compartiéramos entrenamientos”, afirmó Sarah Storer, quien decidió aprovechar esta relación para darle una vuelta a los entrenamientos de la agrupación en la cuarentena. Tras aceptar la propuesta, los bailarines de Incolballet y de la Compañía de Danza del Teatro Mayor ahora comparten un salón virtual.    

A veces, los bailarines desde Cali entran al entrenamiento de la Compañía en Bogotá y, en otras ocasiones, sucede al revés. Según Storer, la energía de la clase se renueva y para todos es inspirador, motivador y emocionante tener invitados en su rutina, porque rompe con ella y los ayuda a explorar lugares que tal vez desconocían. Tanto los directores como los bailarines se llevan al límite, resaltan cualidades de las que antes no se habían percatado y están constantemente retando al otro y aprendiendo de él.   

“Esta experiencia no ha sido otra cosa que fructífera y llena de enseñanzas para todos. No importa de dónde vengas o quién eres, lo importante es aprender de los demás y darse cuenta de que todo el mundo tiene algo que enseñar y aportar”, resalta la directora británica. Los dos grupos aspiran poder encontrarse nuevamente en un salón de manera presencial después de que se normalice la situación, para así poder seguir nutriéndose de esta fusión creativa por fuera de las plataformas virtuales.

 

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