La huella imborrable de Tino Fernández

L’Explose y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo estrenan este 28 de octubre ‘Estela’, un homenaje al fallecido coreógrafo español creado por Juliana Reyes.

Foto: Archivo Tino Fernández

Aunque el coreógrafo español Tino Fernández la fundó en París, la compañía de danza contemporánea L’Explose tiene cuerpo y alma colombianos. Con la dirección de Fernández, y la dramaturgia de Juliana Reyes, la agrupación se logró convertir en uno de los íconos de este lenguaje en el país y en la región.

Su estilo coreográfico, reflejado en obras inolvidables como La mirada del avestruz, La razón de las Ofelias, ¿Por quién lloran mis amores?, La miel es más dulce que la sangre y Tu nombre me sabe a tango, ha recorrido los escenarios más importantes de la danza.  

Ese éxito se fundamentó en la calidad de sus bailarines y en la sociedad creativa que Fernández y Reyes construyeron durante más de dos décadas. Tras el fallecimiento del coreógrafo y director, en enero pasado, Reyes asumió la dirección artística del grupo y este miércoles 28 de octubre se estrenará su más reciente obra, Estela

La producción se estrenará en el Teatro Estudio, en una gala privada que seguirá las medidas del protocolo de bioseguridad del escenario que ya fueron aprobadas por los gobiernos Local y Nacional. 

Estela, una coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, se define como un homenaje a la vida y a la muerte, como aquello que justifica nuestra existencia. La idea de esta creación surgió en el 2019, cuando Fernández viajó a España a despedir a su padre. 

Ver el deterioro del cuerpo y la enfermedad motivaron en él la necesidad de hablar del tránsito de la vida y la muerte. Tras el fallecimiento de Fernández, Reyes decidió realizar esta creación en solitario, como un homenaje a él y a su vida creativa en común.  

La estela, el rastro, la huella que dejó el coreógrafo español en la escena colombiana es incalculable, pero la palabra que le da nombre a la obra también hace referencia a sus múltiples significados, como nombre femenino o como monumento conmemorativo.  

La pieza también tiene como punto de partida la idea de que vida y muerte dependen una de la otra y ocurren en un mismo lugar: el cuerpo. 

Una niña de 12 años, Sara Violeta Bello, y una mujer de 71, Guentcy Armenta, son algunas de las intérpretes de este montaje, quienes habitarán la escena como una experiencia vital finita e irrepetible. La producción además cuenta con la asistencia coreográfica de Ángela Bello, quien participa también como intérprete. 

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