Martin Haselböck revela el origen de su obra Black Cat

“Para ser honesto, el relato de Poe llegó en un segundo momento de la obra. La idea principal era encontrar una manera de combinar la mayor cantidad de formas artísticas como fuera posible: combinar a la vez actuaciones en vivo y formas de arte que se pudieran reproducir, como en el formato cinematográfico. Esta fue la idea que lanzó todo el proyecto”: Martin Haselböck.

En entrevista para el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, el organista austriaco comenta de dónde surgió la idea de crear esta propuesta multidisciplinar bajo una de las obras célebres del escritor Edgar Allan Poe, la cual le permitió unirse con grandes artistas y amigos que lideran este proyecto innovador. (Más detalles de esta función aquí)

¿De dónde surge la idea de hacer Black Cat?, ¿cuál es la importancia de Edgar Allan Poe?

Me reuní con varios amigos, con mi gran amigo el artista visual y cineasta Virgil Widrich, nominado al Óscar por uno de sus cortometrajes, una persona muy inspiradora. Sus películas están hechas a partir de trabajar secuencias tomadas de otras películas y combinarlas entre sí. También teníamos la idea de construir un escenario, primero como si estuviera pintado, y que luego cobrara vida en un formato cinematográfico. También surgió la idea de combinar estos formatos artísticos con arias de Bach, quien utiliza siempre un lenguaje con un doble sentido, y sus arias siempre hablan del sufrimiento y de la vida.

Y una vez que habíamos articulado esta gran cantidad de formatos, empezamos a buscar la historia que queríamos contar y donde pudieran encontrarse todas estas visiones. ¡Y pensamos en que necesitábamos un relato que tuviera un crimen, que tuviera drama, con impacto! Y de repente llegamos a Edgar Allan Poe, descubrimos que ‘El gato negro’ era exactamente la historia que queríamos. Tiene esta situación donde hay un hombre sentado en su celda de prisión que empieza a rememorar su pasado y donde empieza una nueva historia.

Por eso esta obra es tan difícil de clasificar: no es un musical, no es una ópera, no es sólo teatro, es una pieza que combina esta gran cantidad de formatos artísticos: el cine, la danza, el canto lírico, músicos de una orquesta barroca. Y toda la obra está dividida en dos partes, una parte que se desarrolla en vivo, con la orquesta y los bailarines, y otra que es la parte cinematográfica que permite desarrollar una puesta en escena muy interesante, que hace que esta obra realmente cobre vida. Para mí, el drama de esta pieza permite contar una historia que todo el mundo entienda sin necesidad de hablar –en total, el tenor dice sólo dos palabras que no hacen parte de las arias–. ¡Espero que funcione muy bien en Bogotá!

¿Cómo logró traducir esta historia literaria a una producción que articula y despliega tantas disciplinas, y qué implicaciones tuvo crear un equipo tan diverso?

Es muy diferente a otras piezas, es un verdadero trabajo en equipo. Empezamos tres personas, con Hoffmann, el director, Virgil Widrich y yo. Y terminamos la pieza incorporando a los músicos, como si fuera una película muda con música en vivo. Todo el proceso es totalmente sincronizado, por ejemplo, los bailarines crearon su propia coreografía para la música que se está tocando, hay actores que accionan un switch para prender y apagar la pantalla en determinados momentos, los directores construimos el guión gráfico, y las proyecciones visuales se adaptan a partir de ese guión. Trabajamos a partir de un boceto, y medimos cuidadosamente cada detalle del proceso. Para los músicos es especialmente difícil porque tienen que tocar en momentos muy precisos, acorde con el video y con la grabación musical. Tuvimos largos periodos de trabajo donde cada uno de los implicados participaba con sus ideas, y luego pasamos por un proceso de articulación conjunto. Para mí, la sincronización es de las cosas más valiosas de este trabajo.

¿Qué debe tener en cuenta el espectador para conectarse con la obra?

Esperamos que las personas lleguen con la mente muy abierta a esta obra, que esto les permita explorar las arias de Bach, que son algunas de las más maravillosas composiciones jamás escritas. Esta experiencia es similar a ver una muy buena película porque es un formato que te absorbe, con una narrativa que se va revelando poco a poco, con aspectos dramáticos muy interesantes, y donde al final descubres algo nuevo en cada rincón. Creo que nosotros logramos crear ese universo, y que el espectador se sienta sobrecogido por la historia llena de suspenso.

¿Qué espera despertar en los espectadores y los asistentes a esta obra?

Hay una expresión de Mozart que me inspira mucho, que dice algo así como: “yo escribo para el conocedor y para el amante de la música.” Creo que alcanzamos una obra que ofrece algo distinto en todos los niveles de apreciación musical. Le ofrecemos algo a los apasionados de la música barroca, quienes va a disfrutar de las piezas de Bach, pero también a personas amantes del cine. Esta obra es para una audiencia proveniente de muchos contextos y bagajes distintos: los cinéfilos, los amantes del rock y de la música contemporánea, los clásicos y fieles de Bach, todos podrán encontrar algo a su medida. Y creo que este es el gran éxito de esta obra.

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