Súbase a este tranvía llamado deseo

El siglo XIX le regaló al mundo una de las generaciones más brillantes de la dramaturgia estadounidense, con autores como Arthur Miller, Edward Albee, Eugene O'Neill y Tennessee Williams, quienes lograron contar las decepciones de la clase media de su país a través de historias que nacían en sus dramas más íntimos.

Esos dramaturgos dejaron obras emblemáticas, como Panorama desde el puente, ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, Largo viaje hacia la noche y Un tranvía llamado deseo, solo por mencionar algunas de sus joyas.

Un tranvía llamado deseo, de Wlliams, es uno de esos clásicos que se suele reproducir en los grandes escenarios del mundo, incluso ha inspirado grandes producciones cinematográficas, como la película homónima que protagonizaron Marlon Brando y Vivien Leigh en 1951. Una de las versiones recientes más aclamadas de esta obra fue la que montó el Young Vic de Londres en el 2014 y que llegó a salas de cine gracias al ciclo National Theatre Live.

Durante este encierro por la cuarentena que se ha decretado debido al coronavirus (Covid-19), el National Theatre de Londres ha llevado sus transmisiones a internet y hasta el 28 de mayo tendrá a disposición del público esta obra. Ingresa aquí. 

Esta versión, dirigida por Benedict Andrews, tiene un elenco de lujo, encabezado por Gillian Anderson, famosa por su trabajo en la serie Archivos secretos X y que interpreta a Blanche DuBois, esa gran diva venida a menos. DuBois es una mujer que probó las mieles de la alta sociedad y no es capaz de mirar al fracaso de frente, pues debido a su situación económica debe irse a vivir a Nueva Orleans con su hermana, Stella, y su cuñado, Stanley Kowalski.

El reparto se complementa con el actor estadounidense Ben Foster (Stanley) y la británica Vanessa Kirby (Stella).

En tres horas y media, el espectáculo relata la relación de las dos hermanas y los enfrentamientos constantes entre Blance y Stanley, quien va hilando el pasado de la protagonista. Blanche, por su parte, parece vivir en una negación permanente de su nueva realidad.