“Concentrar un festival en la Rusia Romántica es una idea fantástica”: Caballé Domenech

El español Josep Caballé Domenech, Director Musical General de la Staatskapelle Halle y titular de la Colorado Springs Philharmonic, tendrá a su cargo en el III Festival Internacional de Música Clásica, Bogotá es la Rusia Romántica, la conducción sinfónica que acompañará al ballet La Bella y la Bestia y los conciertos de la orquesta alemana. En su paso por Bogotá como director invitado de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) dijo que concentrar en un solo festival el repertorio romántico ruso “es una idea fantástica.” 

Además el maestro Caballé Domenech habló de los compositores sobre los que dirigirá en el Festival, las orquestas que están a su cargo y el reto de acompañar al Mandalain Ballet Biarritz en La Bella y la Bestia.

 

Usted dirigirá en el Festival obras de Tchaikovsky, Mussorgsky y Rimsky Korsakov. ¿Cuál es en su concepto el más y el menos complejo de dirigir?

 

Evidentemente cada uno tiene su complejidad y cada una es distinta. Sherezade (de Rimsky Korsakov) es un poema sinfónico, cuatro movimientos, gran orquesta, donde uno debe contar con un gran concertino si no, no acaba de funcionar. Hay que buscar el carácter mágico de la historia que recrea, que es de Las mil y una noches.

 

La Sexta (o Patética) de Tchaikovski es una de las obras emblemáticas del repertorio orquestal, una obra muy conocida, todo el mundo tiene su versión en la cabeza, intentar hacer uno la suya puede llevar a mal entendidos, una obra extremadamente difícil para las cuerdas, para los vientos también.

 

Yo diría que todas son difíciles. La Sexta de Tchaikovski es técnicamente muy difícil pero musicalmente es extremadamente difícil, es una obra que he hecho durante muchos años con muchas orquestas y la seguiré haciendo en los próximos treinta años y siempre será difícil. Son obras que te permiten siempre llegar más a fondo, obras para las que una vida no es suficiente. Necesitaría varias vidas para llegar a realmente entenderlas.

 

Evidentemente Mussorgsky, estamos hablando de la obertura de la Montaña pelada, es más accesible tanto para el director como para quien escucha, pero el Mussorgsky de los Cuadros de una exposición vuelve a ser extremadamente complejo, tanto técnicamente como musicalmente.

 

Estamos hablando de grandes genios, cada uno aportar algo a la historia.

 

¿Cuáles son los principales retos para tocar el repertorio de la Rusia Romántica?

 

El hecho de haber concentrado un festival en la Rusia Romántica es una idea fantástica porque el repertorio ruso es muy diverso, pero sus compositores tienen características que los unen, utilizan un lenguaje que en esa época miraba mucho lo que pasaba en el centro de Europa, en París, eran muy observadores de lo que estaba pasando en la música clásica en Occidente, pero ellos utilizan su lenguaje, su forma de expresar las cosas y eso hace que cuando uno escuche algo de ellos, inmediatamente dices eso es ruso, de entrada tiene unas características armónicas, melódicas, utilizan mucho modos antiguos, religiosos ortodoxos, tienen unos elementos de un lenguaje romántico occidental que a la vez tiene su propio lenguaje.

 

Balakirev, el grupo de los cinco, eran ortodoxos en cuanto a la forma, pero también estaban los locos que llevaban esto hasta el extremo como Tchaikovski con sus sinfonías. Mussorgsky es un ejemplo claro, rompió todas las reglas, y por eso lo trataron de loco cuando sus instrumentaciones son fantásticas y se acercan a Prokofiev casi cien años antes.

 

En un festival escuchar la Sinfonía nº 1 de Balakirev es algo que sorprende. Es música que su forma la conocemos pero en contenido no tanto.

 

¿Qué puede esperar el público del Festival de La Bella y la Bestia?

 

Es una producción del ballet de Biarritz, hice la anterior, Cinderella (Cenicienta), en París y me impresionó la estética del ballet. Me impresionó la calidad artística de Biarritz, cómo consigue darle una vuelta a una historia conocida por todos y de golpe volverla mágica. Trabajar con ellos fue muy fácil y la verdad estoy contento de volver de nuevo con otra orquesta, estoy seguro que será fantástico por la calidad del ballet.

 

Cuéntenos cuáles son las diferencias a la hora de dirigir orquestas diferentes como la Staatskapelle Halle y la Colorado Springs Philharmonic.

 

Cada país tiene una forma de ser, una cultura, unas características no sólo musicales sino de forma de trabajo, en Inglaterra si consigues dos ensayos es un lujo extremo, en Alemania a veces cinco o seis, en Estados Unidos son tres y ya está, el ritmo de trabajo varía mucho entre los países, en China hicimos nueve ensayos para un concierto.

 

Pero dejando esto de lado, lo más importante es que cada orquesta tiene una personalidad distinta, sea el país que sea. Veo las orquestas como un ser vivo, hecho de muchos seres humanos, esto le imprime una huella característica. Incluso en una misma ciudad, las cinco orquestas que pueden haber, todas tienen una personalidad distinta, unas tocan más a tiempo, las cuerdas tiene un sonido especial, en otras los metales.

 

Todo lo que he aprendido trabajando en orquestas del mundo, en Estados Unidos, Alemania, Escandinavia, es que cuando llegas a una orquesta utilizas algunos recursos que has aprendido en otras partes.

 

Cuando llego a una orquesta me pregunto qué puedo hacer para que esto mejore, qué puedo hacer para que esto llegue a donde quiero que llegue, dependiendo de la personalidad de la orquesta usas los recursos que tengas, eso se nota en los ensayos, cuando usas unos u otros recursos y sobre todo cuando vas conociendo las orquestas te das cuenta que reaccionan de manera especial en un concierto, con cierto repertorio, ahí está el reto y la magia de ser director de orquesta, vamos repitiendo el repertorio pero siempre pasa algo nuevo y eso es lo que te da herramientas de trabajo.

 

¿Cómo describiría la personalidad de la OFB?

 

Es una orquesta interesante. Trabajé con ellos en Salomé, una ocasión muy especial por el repertorio que ellos nunca habían tocado, por el tipo de trabajo que era porque la OFB es mayoritariamente sinfónica, en foso no han estado mucho y hacer una obra de esta envergadura en foso representaba unos retos importantes, aparte lo que la producción significó para la vida cultural de este país y del teatro en concreto, tenía unas dimensiones que todo el mundo sabía que iba a ser algo muy especial.

 

Tuve la suerte de tener muchos ensayos, trabajamos muy bien, haciendo que las cosas saliesen poco a poco, dando la confianza cuando había que darla, apretando cuando tenías que apretar y evidentemente el trabajo para una ópera es más complicado porque primero es la orquesta sola, después entran los cantantes y eso hay que dominarlo y una vez está todo hecho entran las cosas de escenografía, iluminación y todo eso influye después en las funciones, la flexibilidad que exige una función de ópera, aunque conozcas bien la obra, en ese momento pueden pasar miles de cosas, y la orquesta tiene que ser muy flexible para continuar y ese fue un trabajo muy duro e intenso, pero muy grato porque la orquesta dio el mil por cien de lo que tenía y desde mi punto de vista lo mejor de la producción fue la orquesta.

 

Es difícil decirlo con adjetivos muy claros, pero yo diría flexibilidad, es una orquesta muy abierta para trabajar, para repetir, para probar, para conseguir el mejor resultado. Una orquesta muy orgánica, que le gusta el trabajo y ve que ese trabajo va a llegar a un resultado final. Es amable, flexible y orgánica, serían las palabras para definir su personalidad y es una buena personalidad.

 

 

Consulte aquí los conciertos en los que participará el maestro Caballé en el Festival Bogotá es la Rusia Romántica. 

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