Bienvenidos a la ciudad de la perdición

En febrero del 2018, sobre el escenario del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo se erigió un paraíso de la perdición. Era Mahagonny, una ciudad en la que las leyes no existen, en la que los excesos se multiplican, los crímenes se perdonan por dinero y los placeres no tienen límites.  

Es una ciudad que nace en la mitad de un desierto de Estados Unidos (¿no les recuerda a Las Vegas?) y que al principio simplemente era la manera de escaparse de tres amigos, que le huían a la justicia. La parábola entre su esplendor y su caída en desgracia es la columna vertebral de Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, la ópera con música de Kut Weill y libreto de Bertolt Brecht que el Teatro Mayor estrenó hace dos años, en una coproducción con el Teatro Municipal de Santiago de Chile y el Teatro Colón de Buenos Aires. 

Aquella ha sido una de las producciones más aplaudidas del Teatro Mayor, por la calidad de sus intérpretes, por la interpretación musical y por su puesta en escena, que a través de elementos multimedia de vanguardia le ponía un lente contemporáneo a esa fábula sobre la perdición de Weill y Brecht.  

La producción ahora se podrá ver de nuevo desde el 13 de agosto, a las 8 p. m., en Teatro Digital, la plataforma de Bancolombia y del Teatro Mayor, un escenario de la Alcaldía de Bogotá a través del Instituto Distrital de las Artes. 

La producción cuenta con una destacada nómina de talentos latinoamericanos, comenzando por sus directores, el chileno Pedro Pablo Prudencio como batuta musical y el argentino Marcelo Lombardero, director de escena, que tradujo la sátira de la pieza original a un lenguaje contemporáneo. 

A ellos se sumaron la Orquesta Filarmónica de Bogotá, su Coro Filarmónico Juvenil y un grupo de solistas compuesto por el tenor argentino Gustavo López Manzitti, la mezzosoprano chilena Evelyn Ramírez, la soprano argentina María Victoria Gaeta, el tenor chileno Pedro Espinoza, el bajo barítono argentino Hernán Iturralde, el bajo barítono cubano Homero Pérez y los colombianos Andrés Felipe Orozco, Juan Fernando Gutiérrez y Javier Felipe Ceballos.    

El grupo artístico se complementaba con un grupo de bailarinas y actores, que alimentaban ese oasis utópico lleno de cabarets, casinos y cuadrilateros de boxeo.  

El resultado en escena tuvo la potencia de una locomotora, recreando ese paraíso que, a pesar de estar amenazado por huracanes, no detiene ese festín de licor, comida, sexo y todo lo que pudiera desear quien llegará hasta allí.    

Brecht y Weill plantearon en esta pieza una crítica demoledora al capitalismo, que en este montaje se plantea a través de un trabajo escenográfico tan preciso como una partitura. El montaje tiene 26 de cambios de escena para retratar todos los ambientes de Mahagonny.  

Así que, bienvenidos de nuevo a la ciudad de Mahagonny.   

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