“El flamenco sirve para expresar emociones muy profundas de otra manera”: Anabel Veloso

Anabel Veloso, directora, creadora y bailaora de la compañía española que lleva su nombre y que traerá al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo ‘Flamencolandia’, reflexiona acerca de la existencia del flamenco, desde su nacimiento hasta la manera en la que es concebido actualmente, revelando detalles de su formación y destacando la gestión de Israel Galván como gran figura de este género.

Por: Roberto Hinestrosa

Anabel Veloso ha pasado por importantes compañías de flamenco del mundo. Hace siete años, al convertirse en madre, Anabel sintió una fuerte necesidad de llevar el flamenco a los más pequeños, sin infantilizarlo, y de transmitir de esta forma un mensaje de multiculturalidad.

¿Cuál fue tu primera experiencia con la danza, y cómo te iniciaste en el flamenco?

Yo empecé a bailar con siete añitos, muy pequeña, porque tenía los pies planos. El médico le recomendó a mi madre que hiciera danza. Y el doctor no sabía que esta receta médica iba a cambiar mi vida. Hice distintos tipos de danza hasta los diecisiete años, y fue con esa edad que conocí el flamenco por primera vez. Ya lo había visto por televisión, pero nunca en directo. Lo descubrí en unos cursos en el Festival de Jerez, en Andalucía, y me enamoré del flamenco. Es una danza tan grande en emociones, y me fascinó que se pudiera bailar desde la alegría más extrema, una fiesta con alegría, o por bulerías, hasta incluso bailar en una pérdida, por soleás o en seguidilla, que son palos que se usan cuando uno está muy triste o muy nostálgico. Así que fue a los diecisiete años, ya bastante mayor, cuando empecé a bailar flamenco.

Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria, y sobre tus inspiraciones.

Yo he tenido la gran suerte de trabajar con grandes artistas, pero que son también grandes maestros. Por ejemplo, con María Pagés aprendí sobre la importancia de la escena; ella es una maga de la escena: no sólo baila, no sólo coreografía, sino que dirige la escena de una manera magistral. Fue algo que siempre me impactó, como convertía todas esas pequeñas coreografías que hacíamos durante el ensayo, y que al ponerlas sobre el escenario se transformaban en algo mágico.

He tenido la suerte de tener maestras muy clásicas, muy de la vieja escuela y que están en las raíces del flamenco más primitivo, como Matilde Coral o Angelita Gómez, grandes maestras ya mayores. Al mismo tiempo tuve la suerte de convivir con una generación de maestros muy jóvenes, muy vanguardistas, y que me dieron una visión muy amplia del flamenco. Al mismo tiempo que estudiaba con Matilde Coral o Manolo Marín, estudiaba con Eva Yerbauena y con Manolo Carrasco, y ellos eran súper modernos. Siempre me moví ahí, entre la tradición y las nuevas tendencias, y esta era un paso importante que hacía mi generación. Me dio una manera de ver y de vivir el flamenco muy especial, porque mi generación siente el flamenco en una forma distinta a como se vivía hace cien años. Es un arte totalmente vivo, que bebe de las vanguardias de sus tiempos, y te permite ser más real con lo que expresas.

¿Qué ha cambiado en el flamenco, y qué se mantiene?

Cuando yo empecé a estudiar flamenco, el flamenco era muy tradicional, muy instalado. Era un flamenco muy racial, más gitano, más étnico. Eran flamencas antiguas, bailaoras muy redondas, con mucha carne, porque la estética de aquel momento y el movimiento se daba con cuerpos voluminosos. Sin embargo, hoy en día los bailarines y bailarinas de mi generación hemos pasado por conservatorios de danza, por escuelas profesionales, hemos estudiado muchas disciplinas además del flamenco. Al hacer ballet y danza contemporánea, eso ha cambiado nuestros cuerpos y nuestro metabolismo, y la mayor parte de las bailarines actuales de flamenco son muy estilizadas, y hemos tenido esa influencia más contemporánea.

El flamenco se volvió más conceptual, ya no es tanto un elemento de muestra simplemente de la cultura andaluza, sino que sirve para expresar emociones muy profundas de otra manera. Y sobre todo, con conceptos más abstractos de los sentimientos humanos. Se dramatizaron muchas obras, se quiso expresar la danza de una manera mucho más teatralizada. Y esto es lo que hacen los grandes intérpretes de hoy como Israel Galván y Rocío Molina, que son los máximos exponentes de la vanguardia flamenca, y han llevado el flamenco a un punto tan distante del flamenco tradicional, pero sin separarse de la raíz. Tú puedes ver la esencia misma del flamenco, pero en unos lenguajes coreográficos, estéticos y visuales que ya nada tienen que ver con el toro y el lunar.

¿Cómo surgió la obra Flamencolandia?

Hace unos años tuve la necesidad de empezar a hacer flamenco para niños. Fui mamá hace siete años ya, y fue en esa época que me di cuenta de que quería que mi hijo viviera el flamenco desde muy pequeñito. Sentí esa necesidad muy fuerte y empecé a probar con él, que pudiera venir a los ensayos, al teatro, y que no había necesidad de infantilizar el flamenco. La música como Mozart o Beethoven remueve incluso cuando somos muy pequeños, y el flamenco igual.

Se me ocurrío esta idea, y la manera de hacer el flamenco más accesible a los pequeños y de llevarles una idea de universalidad con este patrimonio que es de todos. Así surgió la idea de hacer esta vuelta al mundo al compás. La moraleja es que el flameneco está en todo el mundo, es patrimonio universal. No es algo que esté en una sola región, sino que bebe y se ha nutrido de tantas fuentes, de los cantes de ida y vuelta, de Cuba, de Colombia inclusive, de influencias árabes, la música africana.

Decidí meter un actor en escena, para que fuera el profesor Maravillario que es un personaje divertidísimo, que cautiva a los niños desde el principio, y con los músicos van a por todo el mundo buscando a los bailaores y bailaoras, que han sido secuestradas, y se dan cuenta de que ella no sólo no ha perdido su flamencura al mezclarse con otras culturas y otras danzas, sino que la han enriquecido más.

Es un viaje maravilloso y divertidísimo, incluso hasta el fondo del mar. Ahí mi pequeño guiño a Julio Verne y a todo ese maravilloso universo que nos dejó. Los músicos naufragan, y los buscamos bajo el mar. Encuentran peces que bailan bulerías, y medusas que bailan al compás.

¿Cómo te presentarías ante un niño?, ¿quién es Anabel Veloso?

Yo le diría que soy una niña grande, me gusta jugar con la música y dejar que mi cuerpo se mueva cuando escucha el flamenco. Me gusta disfrutar, ¡y volar! Para mí, bailar y expresar y la música flamenca en el escenario es casi como como volar.

¿Podrías hablarnos un poco más sobre Israel Galván?

Israel, junto a Rocío Molina, hoy son las dos grandes figuras del flamenco contemporáneo, sin duda. ¡Han sabido llevar el flamenco a un lugar tan grande! Y su grandeza reside en que, sin alejarse de las raíces, se han nutrido de lo que es la esencia flamenca (puedes ver flamenco en cada respiración), pero tienen una libertad de expresión y una libertad creadora que muy pocos se pueden permitir. La mayoría de los artistas, no sólo del flamenco, vivimos un poco condicionados por si nuestra obra va a gustar o no, si va a interesar o no, si es demasiada arriesgada para el público.

Ellos, con su grandeza y su indiscutible talento, llegaron a un momento en su carrera donde no tenían que demostrar nada, donde ya todo lo habían demostrado, y donde sólo les quedaba ser absolutamente libres y hacer cualquier cosa que les viniera a la cabeza. Y esa libertad ha puesto a Israel en un punto de creatividad que hace unos años no se podía ni imaginar.

¿Conoce la obra con la que viene a Bogotá, La edad de oro?

Sí la conozco, la he visto en directo. Israel hace un homenaje a la edad de oro del flamenco, y a una época muy tradicional y muy jonda de la cultura española. Y sin embargo lo hace desde una visión totalmente renovada, y arrastrando toda la esencia que tenía la época dorada para una contemporaneidad máxima.

Va a sorprender muchísimo: Israel provoca emociones muy encontradas entre aquellos que son más puristas y que tienen una visión muy conservadora de lo que es el flamenco, y entre los que están buscando el arte por el arte, la creatividad y esa libertad de expresión que lo caracteriza. ¡No va a dejar a nadie indiferente!

Así sonará Flamencolandia en vivo el 17 de febrero, 11 a.m. en el Teatro Mayor

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