Los Fi: un ejemplo de cómo a través del teatro se puede transformar el planeta

Josep Ramió, director de ‘Chau, adiós chatarra electrónica’, el espectáculo que la compañía chilena Los Fi presenta en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo el sábado 27 de abril, 5 p.m., da a conocer cómo una preocupación personal se convirtió en un objetivo, y casi una misión, de sus compañeros de actuación junto con quienes lidera campañas educativas sobre la importancia del reciclaje y la reutilización de dispositivos electrónicos como primeras medidas para frenar daños ecológicos y mitigar el impacto del cambio climático.

Conoce en esta entrevista lo que niños, jóvenes y adultos podrán experimentar, y aprender, en este espectáculo de música, percusión, teatro y tecnología reutilizada. (Compra tus entradas aquí)

Hablemos de su trayectoria y cómo surgieron Los Fi

Yo empecé estudiando ingeniería civil mecánica, y estudié cinco años. Dentro de la ingeniería descubrí el teatro como una pasión. Llegó un momento donde me di cuenta que me quería dedicar al teatro más que a la ingeniería, y ahí decidí estudiar actuación. En primero de actuación me encontré con la gente que somos ahora Los Fi, eran mis compañeros.

Yo estaba en búsqueda de un lenguaje que nos permitiera ser un poco más universales que sólo el teatro chileno. Teníamos una clase que se llamaba percepción musical, que era cómo pasar los distintos conceptos musicales a ejercicios escénicos. Y eso a nosotros cuatro nos encantó. Así que desde 2001 estamos investigando ese lenguaje para poder utilizar la música como nuestra base creativa.

Fue así como en los años de universidad empezamos a trabajar los conceptos musicales con los factores del movimiento y la puesta en escena. En 2005 estrenamos nuestro primer montaje que se llama ¡Auch! La magia de los sonidos simples, un montaje que todavía está vigente. El objetivo fue cómo podíamos hacer en una puesta en escena percusión con objetos reutilizados, pero con el fin de entretener. Y la verdad es que con ese montaje nos fue muy bien. De hecho, hemos estado en Colombia, hemos ido tres veces a Barranquilla, a Manizales, dos funciones en Medellín. Hemos estado por 10 países de Latinoamérica girando con ese montaje, y es muy entretenido, pero sólo habla de la creatividad y de darle otra vida a un objeto. Es un montaje para todo público.

Como esa primera obra no tenía un mensaje o un texto concreto, sólo el aspecto de la percusión con distintos tipos de objetos, pudimos ir a Brasil sin problemas de idioma, e hizo que muchas empresas quisieran estos productos para eventos y cenas de fin de año, por ejemplo. De esta manera logramos hacer una compañía rentable gracias a estos eventos. Como también la percusión genera mucho trabajo de equipo, pudimos empezar a hacer talleres, comunicación efectiva, trabajo de campo y desarrollo de habilidades blandas que necesitaban distintas empresas.

¿Cómo nace la obra Chau, adiós chatarra electrónica?

Ese primer montaje nos permitió a nosotros armar una compañía que fuera sostenible económicamente en el tiempo, y estuvimos así 15 años. En 2015, la compañía empezó a preguntarse en qué parada de la vida se encontraba cada uno, porque entretener estaba súper bien, pero no estábamos comunicando más allá del entretenimiento. Y en un almuerzo –nosotros almorzamos juntos todos los días–, un compañero se había comprado un celular nuevo. Hicimos un conteo y entre 8 actores habíamos generado 52 celulares en los últimos 10 años ¡Así que imagínate en un teatro de 1.000 personas! Y son celulares que se quedan en los cajones, o que se botan a la basura sin pensar mucho.

Así que decidimos hacer una obra donde habláramos de la reciclabilidad del celular, y viéramos qué podíamos hacer con eso. Ese fue el punto de partida. Nos dimos cuenta que la chatarra electrónica iba mucho más allá del celular: computadores, impresores, juguetes a pila… Entendimos que era un tema más importante de lo que pensábamos. Empezamos a investigar y a meternos más en la problemática del reciclaje, y entendimos que el reciclaje es la última pata de todo el problema: el problema también está en cómo se diseñan los objetos que nosotros compramos, porque se diseñan para que sean basura, no se diseñan para que uno después los pueda reciclar.

Nos dimos cuenta que el tema más grande es lo que se llama el sistema de economía lineal, que es extraer materias primas de la naturaleza, y producir y distribuir los distintos productos alrededor del mundo. Y que, luego de usarlos un momento, uno los desecha porque pasaron de moda, o porque se echaron a perder y no se pueden utilizar, o que se les acabó la memoria porque la tecnología va avanzando.

El gran problema era tomar consciencia de dónde vienen las cosas nuevas, y a dónde van a parar cuando se desechan, cuánto se demoran en degradar. Y eso genera una responsabilidad de a dónde van a parar las cosas que desechamos. Y nosotros nos dimos cuenta de que era importante llevar esta temática al escenario desde el entretenimiento, porque nuestro origen es entretener a las personas y a las familias. Siempre hemos pensado los montajes para niños, jóvenes y adultos.

Chau, adiós chatarra electrónica surgió gracias al apoyo de un teatro que se llama Corpartes, que nos propuso hacer una coproducción para estrenar en su escenario. Fue súper interesante porque de alguna manera empezó como una investigación escénica, que pasó de la teoría al montaje escénico, y luego a una obra que estrenamos en 2017. Había que hacer algo que fuera diferente, que no fuera lo mismo. La escenografía tenía que ser reutilizada, la idea era comprar lo menos posible cosas nuevas, reutilizar lo más posible. Además, esta obra sí tiene dramaturgia, narrativa, teatro, que es algo que no tenía ¡Auch! Hicimos este montaje en 2017 y nos fue súper bien. La recepción de la gente fue genial.

Hay dos referentes mundiales que son potentes, que son los Stomp, y Mayumaná de Israel. Unos son músicos, otros bailarines y nosotros actores. Lo que nosotros hacemos es de cierta manera una versión latinoamericana de estos grandes montajes.

En 2017 eso produjo mil cosas, como que estuviéramos por primera vez en Santiago a Mil que es un gran festival de teatro y, después, por la temática, nos llamaron de las charlas TED, y nos contrataron para estar en Lollapalooza el año pasado. Este año nos dedicamos a hacer talleres para los niños.

¿Por qué es tan importante trabajar con niños y transmitirles este mensaje?

Nosotros lo que hacemos en la obra es mostrar una realidad, y son las generaciones futuras, los jóvenes de ahora, los empresarios, los que van a tener que sacar celulares y computadores que sean reciclables, reutilizables. Es posibles que llegue un momento donde uno pueda arrendar esos objetos, donde arriendes un iPhone y luego de un tiempo se lo devuelvas a la compañía. Que ellos se hagan cargo de las piezas, porque es la única manera en la que van a querer hacer cosas reparables y actualizables. Cuando el costo de botar un electrodoméstico es cero, a ellos les conviene que cada año te compres un iPhone nuevo. Así es la economía. Hasta que ellos no tengan que hacerse responsables de la basura que generan, o de las piezas, o que salga una alternativa a estos objetos con obsolencia programada, no van a cambiar las cosas. Y son justamente los niños quienes pueden hacer este cambio de mentalidad. Acá en Chile estamos viviendo el cambio climático con la desertificación y con el descongelamiento de los glaciares. Somos una generación que está viviendo el cambio climático, y somos la última generación que puede hacer algo al respecto. Y si no hacemos algo ahora, un cambio de mentalidad, hay ciudades enteras que van a desaparecer, se vienen crisis migratorias y dificultades de planificar.

Y son problemáticas que se están dando por la basura, cuando, por ejemplo, el plástico no es basura. Es un material que perfectamente puede ser reciclable y tener una vida muy larga. Utilizar plástico para una botella que voy a utilizar un minuto no tiene sentido porque dura 300 años en descomponerse. Ahora, si eso luego se lleva a otra cosa, como un parabrisas de un auto, o una pieza de una bicicleta, y eso luego se lleva a otra cosa … Porque la gracia del plástico es que es eterno, pero eso también es un problema.

A lo que iba yo es que nosotros somos la última generación que puede revertir o frenar el cambio climático, y debemos tomar consciencia de que los recursos del mundo son finitos. Lo que dice la obra es que, cuando uno no se ha hecho esas preguntas, no sabe de dónde vienen los desechos, pues uno puede sentirse muy tranquilo consigo mismo no botando papel a la calle, o tirando todo a un basurero. Esta obra te abre los ojos. Uno tiene una cierta conducta, pero cuando se da cuenta de dónde vienen las cosas nuevas y dónde van a parar cuando las desechan, el cambio se vuelve de uno, se vuelve de todas las personas. Ojalá que esas personas vayan haciendo un pequeño cambio cada uno, y que al final se pueda lograr un gran cambio. Por eso se trata de que el mensaje llegue a mucha gente, esa es nuestra misión como artistas.

¿De dónde surge el nombre de la compañía?

Este nombre viene del número “phi”. Yo como te decía tenía un pasado en ingeniería. Y cuando uno conoce el número 1,618…, al cual se le asigna esta letra griega que es el “phi”. Y científicos y pensadores desde hace mucho tiempo, como Da Vinci, empezaron a investigar este número y se dieron cuenta que en la naturaleza se va repitiendo este número en las caracolas, las galaxias, los árboles, en los humanos, uno se da cuenta de que la naturaleza tiende a este número, pero nunca lo logra.

El hombre de Vitrubio por ejemplo −que este famosísimo dibujo de Da Vinci−: no existe un humano con esas proporciones áureas. Hay algunos que las tienen más o menos, pero, de alguna manera, esa perfección no existe. Y aun así la naturaleza tiende a ella y crea con base en ella. Así que, para que exista creación, la pasión es importante. Y este número es una especia de búsqueda constante de perfección, como una espiral que no va a terminar nunca.

Y esos son los tres pilares de nosotros como compañía, que son la creatividad, la pasión y esta búsqueda de una mejora continua. Y la obra habla de esto: está muy bien la tecnología, como cosa pasional, que vayamos mejorando como especie. La creatividad sobre nuevas cosas. Pero tiene que haber una búsqueda también de cómo perseveramos como especie. Y en un mundo donde los recursos son finitos, tenemos que ser muy conscientes de cuidar lo que tenemos para sobrevivir como especie. Por eso son tan importantes los niños en la obra, porque lo que van a continuar esa espiral son los niños. Esos son la futura generación, y nosotros los debemos inspirar para que las cosas cambien.

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