Marcia Haydée, emblema de la danza mundial

La brasileña, directora artística del Ballet Municipal de Santiago de Chile, tiene una sobresaliente trayectoria como coreógrafa y bailarina.

En la segunda mitad del siglo, la escena de la danza mundial tenía la particularidad de que los grandes coreógrafos ideaban piezas inspirados en sus bailarines. Una de las musas que inspiró las creaciones de figuras legendarias de este arte fue la brasileña Marcia Haydée, quien nació en 1937 en la ciudad de Niterói, en el estado de Río de Janeiro, y se formó en el Royal Ballet School de Londres.

Aunque en las noticias de hoy el nombre de Haydée está ligado usualmente a su trayectoria como coreógrafa, en su carrera como bailarina la brasileña se convirtió en una estrella mundial, compartiendo escenario con leyendas como los rusos Rudolf Nurejew y Mikhail Baryshnikov.

Y además causaba un efecto hipnotizador en coreógrafos que han dejado un impacto en la historia de la danza clásica. Por ejemplo, el estadounidense John Neumeier creó para ella una versión de La dama de las camelias y Maurice Béjart le diseñó un papel especial para su obra La madre Teresa y los niños de este mundo, que se estrenó en el 2000.

Para su relación más especial fue con el sudafricano John Cranko (1927-1973), quien durante su carrera como director y coreógrafo consolidó al Stuttgart Ballet como una de las principales fuerzas de la danza europea. Para esa labor, su principal aliada fue Haydée, a quien convirtió en la principal bailarina del grupo y para quien creó obras como Onegin, Romeo y Julieta, Carmen y La fierecilla domada.

“En ese tiempo lo que importaba más eran los bailarines y no el grupo. De hecho, hay una foto donde aparece John Cranko arrodillado ante mí al final de una función de El lago de los cisnes”, recordó la brasileña en una entrevista con La Tercera de Chile. 

En 1976, tras el repentino fallecimiento de Cranko, Haydée asumió la dirección del Stuttgart Ballet y así fue abriéndose paso como directora y coreógrafa, aunque no dejó de danzar. Con esa acumulación de glorias, de aplausos y de premios –recibió, entre otros la Cruz Federal del Mérito en Alemania, la Orden al Mérito Cultural en Brasil y el Benois de la Danse en reconocimiento a su trayectoria-, la artista dio un giro de 180 grados y regresó a trabajar a su continente.

Pero no fue en Brasil, sino en el Teatro Municipal de Santiago de Chile, en el que tuvo una primera etapa como directora entre 1993 y 1996, en paralelo a su trabajo en Sttutgart. Fue en el 2004 cuando Haydée se instaló definitivamente en el teatro chileno, que sigue dirigiendo en la actualidad.

En una entrevista con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en el 2016, la brasileña aseguró que su labor más importante en la agrupación chilena ha sido abrirla hacía otros tipos de coreografía, porque, según ella, en las compañías los bailarines deben ser capaces de hacer de todo. “No es más un tiempo en el que las compañías son solamente clásicas, hoy en día ya no existe eso”, afirmó.

En el Teatro Mayor, el Teatro Municipal de Santiago de Chile ha presentado piezas de Haydée como Zorba, el griego y El cascanueces. Además de estas producciones, actualmente se puede ver otra de sus creaciones en Teatro Digital, una estrategia de responsabilidad social de la Alcaldía de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes y el IDARTES, en asocio con Bancolombia.

Desde el 7 hasta el 14 de mayo, la plataforma retransmitirá El lago de los cisnes del teatro chileno, con coreografía de Haydée y la música que Tchaikovsky creó originalmente para este ballet.

“Este es uno de los ballets más difíciles de hacer, tanto para el cuerpo de baile como para los bailarines principales, por eso el Ballet de Santiago tuvo un intenso trabajo”, aseguró la directora y coreógrafa al sitio BioBioTv.

Haydée creó esta coreografía para el Ballet Real de Flandes (Bélgica), que la estrenó en el 2009, con la intención de platear una lectura novedosa para este conocido clásico. Para ello, le dio mayor peso al personaje del hechicero Rothbart, usualmente relegado a un rol secundario, pero que en esta ocasión comparte el protagonismo con la dupla de enamorados, el príncipe Sigfrido y la princesa Odette.

En la historia, del malvado Rothbart hechiza a Odette, quien se terminará transformando en cisne cada día, y el príncipe hace todo lo posible para salvarla y sellar su amor.

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