Totó la Momposina: guardiana de la tradición

Totó la Momposina es una mujer crucial en la historia de Colombia, y su misión ha sido siempre proteger y transmitir los saberes ancestrales a través del poder sagrado de la música. A sus 78 años se embarca en el proyecto Ojo de Agua, una colaboración musical junto al Grupo Bahía y la Orquesta de Lucho Bermúdez. Se presentarán el sábado 25 de mayo a las 8 p.m. en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en concierto, con boletería agotada, el cual se transmitirá de forma gratuita a través del Teatro Digital (www.teatrodigital.org), por la página de Facebook del Teatro y el canal de YouTube.

*Por Roberto Hinestrosa Mejía/Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Cuando la saludé, yo le dije doña Sonia, y usted me corrigió y me dijo que la llamara Totó, que todo el mundo le dice así ¿De dónde sale ese nombre?

Ese fue un nombre que me puso mi papá cuando era niña, y así me quedé. Los únicos momentos donde me dicen Sonia es cuando me toca firmar algún documento (risas). Me puso así porque de pequeña todo lo tocaba y decía to-tó to-tó.

¿Siente usted que ese nombre la representa?

Sí claro, porque yo soy así. Uno viene al mundo a hacer lo que tiene que hacer, con el nombre que debe de ser.

¿Y qué vino a hacer usted al mundo?

A cantar la música ancestral. Por eso uno hace los conciertos que tiene que hacer. La gente cree que los artistas que tenemos algunos reconocimientos somos ricos, pero en la parte de la música ancestral, yo soy rica porque tengo el sentido de pertenencia. Por lo demás, soy una señora común y corriente. Lavo, plancho, bordo, hago de todo.

Como las cantaoras, que son mujeres integrales…

Exactamente, son mujeres que hacen de todo y que le cantan a la vida. Son mujeres que tienen unas raíces muy profundas. Son portadoras de la tradición. Ellas están todo el tiempo en contacto con la madre naturaleza, y hablan con ella y le cantan. Y hacen rituales. Por ejemplo, hay terrenos única y exclusivamente para sembrar árboles de ceiba para tambores. Y se hacen rituales para eso, y ellos saben que van a ser tambores. Ellas tienen esa conexión con la naturaleza.

¿Podría hablar un poco sobre su inspiración? ¿Dónde están plantadas sus raíces?

Yo creo que están en mi mente, en mi corazón, en todo. Por ejemplo, esos muchachos con los que tocamos, cada uno tiene su historia. Al que está ahí le dicen “el indio”, y a él su abuela le dijo: “Usted tiene que tocar con Totó porque ella es la que le va a entregar la tradición, lo va a proteger”. Y así ha sido. Él toca la gaita, la flauta de millo y el saxofón. Estos muchachos sienten la música y están muy cerca de sus raíces.

¿Entonces transmitir la tradición es una manera de proteger a estos muchachos y a las nuevas generaciones?

Es una protección porque se hace entregando la verdad a todo el mundo, en todos los aspectos: en la música, en el andar, en la comida y en el amor. Esos saberes son el fruto de lo ancestral, que es algo que tiene uno adentro en su corazón. Uno lo tiene que guarecer, pero a su vez revelarlo, y velar porque no quede oculto o se pierda. Porque eso se tiene que entregar. Y se entrega igual a como se recibió, y a las personas que tienen el corazón para saber lo que uno le está entregando. Por ejemplo, ¿qué sentiste ahorita en el ensayo cuando entraron los tambores?

Sentí un latir, una gran emoción y algo que retumbaba aquí entre nosotros, pero que retumbaba también dentro de mí.

Eso es, de eso se trata. Es una escucha de estos sonidos y ritmos, y eso tiene su valor. La tradición hay que respetarla. Hay muchas cosas en el mundo que no me gusta cómo están pasando en este momento, pero eso no quiere decir que no se encuentren personas con sentido de pertenencia. Y por eso estamos aquí. La dirección de nosotros en este proyecto de Ojo de Agua, como en todo lo que hacemos, son los tambores, la afinación y el sentir. También las musas son muy importantes. Espero que cuando yo no esté pase a hacer parte de la sabiduría de las musas.

¿Y cómo rescata esto el proyecto de Ojo de Agua?

Yo tengo un compromiso con la música tradicional, y esto me permitió también unirme con estos músicos y con la Orquesta de Lucho Bermúdez. Pero yo tengo un compromiso también con la orquesta, y es que yo pienso que el maestro Lucho Bermúdez se olvidó de la guitarra y de ciertos instrumentos tradicionales que hay que incluir (risas), y lo mismo con el Grupo Bahía y la marimba. Hay que complementarse, que cada uno traiga lo que le hizo falta al otro. Todos tienen un corazón muy grande y lo más importante es que tienen un sentido de pertenencia invaluable.

¿Cómo ve usted la fuerza de la música tradicional aquí en Colombia?

Hay gente acá que cree que la música tradicional no vale, pero están equivocados. En lugares como Europa están convencidos de que esto es lo mejor que hay. Por eso uno tiene que ser perseverante. Aquí en Colombia no están todavía convencidos. Pero bueno, yo estoy sorprendida de los muchachos, porque me dicen además que ya está el [Teatro Mayor] Julio Mario Santo Domingo lleno…

¡Pero usted siempre ha llenado el Julio Mario Santo Domingo! (risas) ​Y este concierto lo van a ver por la plataforma Teatro Digital y por el Facebook del Teatro, así que llegará a miles de personas...

La gran ventaja es que nos estamos despertando como sociedad, pero mire, lo estamos haciendo muy despacio. Y eso es algo que se maneja desde la política. Pero yo no soy de política, soy de comunidad.

¿Cómo hacemos para despertarnos más rápido?

La música es la encargada de eso, porque ella está entregando emociones. Y también sonidos. Comunidad, y escucha. Y todo lo demás: la tierra nos está llamando, y hay que hacerle caso. La música le da a uno equilibrio, y también la contemplación. La música es sagrada, ¡sagradísima!

¿De dónde saca usted tanta fuerza, que además es tan contagiosa?

Mi temperamento es así.

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