Valeriano Lanchas celebra veinticinco años de carrera con un concierto en el Teatro Mayor

Valeriano Lanchas es uno de los cantantes líricos colombianos más importantes de las últimas décadas. Es además el primer colombiano en haberse presentado en la Ópera Metropolitana de Nueva York. Con motivo de sus veinticinco años de carrera, presenta Viaje de invierno de Franz Schubert, junto al pianista Alejandro Roca, el martes 21 de mayo de 2019 a las 8 p.m. en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

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Usted cumple veinticinco años de carrera artística en el campo del canto lírico, ¿cómo ha sido su trayectoria?

Debuté hace veinticinco años con El barbero de Sevilla en el Teatro Colón. Ha sido una carrera que no ha parado en veinticinco años, afortunadamente. He ido poco a poco, aunque parezca que todos los triunfos han ido muy rápido, ha sido paso a paso. Pero afortunadamente no me he detenido. Siento que cada paso que he completado, desde debutar en un papel pequeño en la Ópera de Colombia hasta cantar el mismo El barbero de Sevilla en la Metropolitan Opera de Nueva York, ha sido un muy bello camino.

¿Qué lo ha marcado en este proceso?

He cambiado muchísimo, pues debuté muy jovencito con diecisiete años. Me alegra mucho que cada vez tengo mucho más respeto por mi profesión y cada vez me doy cuenta de lo difícil que es y cada vez me da más emoción y más agradecimiento subirme a un escenario. No he perdido la alegría e ilusión de subirme a un escenario. Había gente que me decía que con los años esta ilusión se iba acabando, que ya a uno le daba lo mismo, y afortunadamente a mí me ha pasado lo contrario.

¿Qué siente cuando sube al escenario?

Yo siempre me acuerdo de una frase que dice Fernando Botero sobre un cuadro nuevo y dice que “un cuadro es un fracaso y por eso hay que volver a pintar otro”. Eso quiere decir que uno siempre se está midiendo y quiere hacer lo mejor y siempre hay algo que quiere lograr vocal o actoralmente; por ello cada vez que me subo a un escenario es una nueva oportunidad de hacerlo mejor.

¿Cómo ha visto el desarrollo del campo lírico en Colombia desde que comenzó su carrera?

Ha sido del cielo a la tierra. Yo sólo me acuerdo y le cuento a los cantantes jóvenes cómo era el panorama. Para empezar cuando yo le decía a la gente en el colegio que quería ser cantante de ópera, me miraban como si quisiera ser marciano y lo normal era que me decían: “Pero ¿y qué va a estudiar?” Y entonces no había nada para estudiar, ni como un trabajo, ni nada. Ahora hay un montón de universidades que tienen canto lírico y la gente se lo ha tomado muy en serio. El nivel ha subido muchísimo. Yo creo que también han cambiado las herramientas que hoy día tiene un cantante joven, pues está más expuesto al mundo.

En mi época era un poco buscándose la vida porque no había internet, no había Spotify, ni nada. A mí me tocaba fotocopiar las partituras de la gente que tenía cosas, ir a la Luis Ángel Arango, las grabaciones de las óperas las sacaba de la radio. Lo que hoy día tiene la gente a un clic de distancia en una tablet, yo me pasaba las horas en los buses yendo a buscarlo.

Eso me sirvió mucho para desarrollar la imaginación. Yo oía una ópera en radio y tenía un libro antiguo de argumentos de ópera en casa, entonces me leía el argumento (rara vez encontraba el libreto) y oía la ópera y así me imaginaba lo que estaba pasando. Entonces a mí no me dieron nada picado y cocinado, siempre me lo tuve que picar y cocinar, y eso lo agradezco mucho.

¿Qué le falta a Colombia y dónde hay que acentuar esfuerzos para seguir progresando?

Yo creo que con todo lo que está pasando hoy día en Colombia, toda la gente que viene y las producciones que se hacen, creo que un paso que sí se puede dar porque ya hay gente formada, sería por ejemplo que cuando se hace una ópera se haga un reparto de covers colombianos y se haga una función uno de los días para que ellos puedan cantar sus papeles. Eso yo lo pude vivir cuando estudiaba en Filadelfia y era realmente bueno pues nos daba mucha experiencia en el escenario, que es lo que en algún punto todos necesitamos. Yo creo que ese sería un paso a seguir, todo eso se puede dar cuando ha habido un proceso y el proceso ya se ha dado.

¿Cree que con las temporadas de ópera y todas las producciones que hacen los teatros de la ciudad hay más público en este género?

El público entre todos lo hemos ido formando y ha habido mucha oferta. También está la ópera que pasan en cine, eso ha sido importantísimo y le ha subido el nivel a todos. Pues cuando tú estás solo, es lo que hay, pero cuando hay más compañías haciendo óperas todos tienen que subir el nivel sí o sí para ser competitivos.

El Viaje de invierno también marca un hito en su carrera: fue la primera obra que presentó junto a Alejandro Roca ¿Cuáles son sus sentimientos personales hacia este Lied?

Adoro este ciclo desde jovencito, desde antes de entrar al conservatorio incluso. Estaba fascinado precisamente porque lo vi en la Luis Ángel Arango y me quedé fascinado por este ciclo de veinticuatro canciones que tiene este gran drama en sus poemas. Es un trabajo de toda la vida. En el conservatorio me lo aprendí y en Filadelfia fui el primer alumno que se atrevió a cantarlo entero, tenía veintitrés años. Ver cómo me enfrenté a esto con las herramientas que tenía de nuevo… Cada vez es diferente, cada vez me lo vuelvo a estudiar otra vez, cada vez que lo canto y le encuentro cosas nuevas, le encuentro cosas que tal vez antes no tenía las herramientas para ver. Entonces siempre es como la primera vez. Voy a cumplir veinte años de cantarlo el próximo año, y nunca lo he sentido como “¡Ay! ¡Otra vez!” Cada vez es una cosa totalmente nueva.

¿Cómo ha sido su relación con el maestro Roca en estos años?

Nosotros nos conocimos en Barcelona en el año 2004 y nos contactó mi hermana porque Juan José Lopera le había pasado unas partituras a Alejandro y mi hermana tenía sus datos y yo necesitaba un pianista, entonces nos conocimos ahí. Trabajamos Tosca, lo primero que trabajamos, y yo me llevé una muy buena impresión y le vi enjundia, ganas y mucha seriedad. Entonces le propuse que hiciéramos conciertos, que no sólo era un pianista de un día para repasar un papel si no que en realidad trabajáramos juntos. Yo quería hacer otra vez el Viaje de invierno, lo había debutado en el 2000, y tenía ganas de volver hacerlo. Más tarde me enteré que él en 2013 había estado en mi recital de Viaje de invierno en la Luis Ángel Arango por lo que cuando se lo propuse le hacía mucha ilusión, y le metió toda la ficha y fue una muy bonita experiencia. Fue en Cali en 2015, después lo hicimos un par de veces más. Luego decidí darle un respiro al ciclo para tratarme muchas cosas.

Sabes que es una pieza que a mí me sirve mucho, porque me enfrenta a mí en todo, como cantante, como persona, como profesional y yo siempre en los días de ensayos tengo un momento en el que me pregunto: “¿Yo qué estoy haciendo, yo por qué estoy haciendo esto, con qué nivel, con qué cara estoy haciendo esto?” Y después me tengo que volver a construir la confianza en el trabajo y en lo que estoy haciendo y seguir adelante. Antes era una tortura, pero después de los cuarenta es una bendición. Es como si te pusieras un espejo de verdad bien iluminado y ver realmente lo que hay. Para mí el Viaje de invierno es ese espejo que es tan necesario en la vida, y ni se diga en el arte.

¿Cuál es la diferencia entre preparar un Lied y un personaje de ópera?

La gran diferencia es que el personaje de ópera es un personaje al que tú le prestas tus sentimiento y emociones e igual le estás haciendo de otra persona. Y el Lied es totalmente personal porque no hay un personaje, eres tú. Claro que el Viaje de invierno tiene una peculiaridad, pues es una sola persona que está contando toda la historia, no son canciones sueltas separadas. Tú sí que tienes que poner tu propia alma en el asador. Y no todo el mundo está dispuesto hacerlo, cuesta trabajo.

En la primera frase del ciclo el personaje dice: “Como un extraño vine y como un extraño me voy”. Él está una noche huyendo de casa de su amada, parece que no le ha ido muy bien, nunca se sabe muy bien qué pasó pero él decide escaparse de noche y emprende un camino en el que cada vez va perdiendo más el juicio. A mí me gusta pensar que acaba como un indigente, enajenado, es un camino en el abismo. Y claro, la frase: “Como un extraño vine y como un extraño me voy”, la dices diferente cuando tienes veinte años a cuando tienes cuarenta, después de lo que a uno le haya pasado en la vida.

Muchas palabras de este ciclo después de cierta edad son completamente distintas, por eso vale la pena otra vez, volver a cantarlo. Ahora tengo más experiencia en el escenario, tengo veinticinco años de experiencia, pero ya el cuerpo no es igual, lo que uno podía hacer a los veinte ya no lo puedo hacer a los cuarenta, entonces ahora empieza uno a usar más la experiencia y menos el tirarse a la piscina como tenía a los veinte años.

Yo tengo grabaciones de Viaje de invierno de hace veinte años y yo siempre me pregunto cómo era de loco, cómo uno se va a atrever hacer esto, pero si no lo hubiera atrevido a esa edad, ahora ya no lo haría.

¿Cuáles son las exigencias musicales de Viaje de invierno?

Dura hora y diez minutos aproximadamente, se canta todo de seguido y requiere vocalmente que uno sepa muy bien cómo ir dosificando. Uno no puede botarlo todo en las primeras cinco canciones porque se queda sin fuerzas y sin condiciones para seguir hasta la canción veinticuatro, pero tampoco te puedes quedar con nada dentro. Es algo que se aprende de haberlo hecho en público, cada vez le vas descubriendo las partes especialmente complicadas vocalmente como asumirlas. La memoria, es hora y diez minutos cantando en alemán sin partitura, pues con la partitura se pierde todo el contacto con el público, se pierde toda la emoción.

¿Cuáles son sus proyectos a futuro?

Ahora tenemos El barbero de Sevilla, después me voy a abrir la temporada al Palau de las Artes de Valencia con Las bodas de Fígaro. Entonces es muy bonito porque Las bodas de Fígaro es como la continuación de El barbero de Sevilla. Acabo de grabar un DVD en el Teatro Real de Madrid de Falstaff de Verdi, que salió todo muy bonito y estoy esperando que salga. Tengo también una Tosca nueva en 2021 en el Real de Madrid. Hay harta cosa, afortunadamente.

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