“La música es un reflejo natural de lo que son las personas”: Carlos Grijalva

El cantautor, músico e investigador ecuatoriano confiesa cómo han sido sus experiencias viajando por diferentes países de Latinoamérica en busca de un repertorio, pero también con la intención de compartir las riquezas culturales de su Ecuador natal. Sin duda, un plan de vida que le ha permitido ampliar su espectro musical y llenarse de vivencias que plasma en sus canciones. En esta entrevista nos acerca más a esa trayectoria y nos da luces de lo que trae a su concierto de este miércoles 29 de mayo, 8 p.m. en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo.

Por: Roberto Hinestrosa

¿Podría contarme sobre su trayectoria?

Mi nombre es Carlos Grijalva, soy cantor, músico, investigador. Siempre me pongo, más que como artista, como un trabajador del arte. La intención mía hoy por hoy está concentrada en el trabajo alrededor de la música ecuatoriana y en la divulgación de esta música tan diversa alrededor del mundo. Todo esto es un punto de encuentro después de un largo trayecto de trabajo alrededor de esta música, a partir de la investigación, de la vivencia y del reconocimiento de los valores ecuatorianos que se ven reflejados en ella. Empecé como intérprete, y ahora inclusive me atrevo a presentar obra propia.

He tenido la oportunidad de compartir escenario y de conocer, con alguna profundidad, a muchas de las grandes figuras de la música ecuatoriana, nacionales como internacionales que trabajan nuestra música, tanto vigentes como gente que nos va dejando su legado y va dejando los escenarios. Nombres como Segundo Rosero, Margarita Laso, Paulina Tamayo, y gente de muchísima trayectoria. He tenido la oportunidad de cantar y de ser acompañado por las más importantes agrupaciones de mi país, como la Orquesta Sinfónica Nacional, la Sinfónica de Guayaquil y la Orquesta de Instrumentos Andinos.

Hoy estamos en procura justamente de romper el cascarón y volver más potente nuestra música afuera. Acabo de regresar de una gira importante en el Perú, he hecho carrera también en Argentina, donde tuve la oportunidad de entregar mi música en escenarios muy importantes de ese país, y compartir con grandes músicos. El público colombiano para mí es fundamental.

¿Me podría contar sobre su proyecto de investigación y exploración de las raíces ecuatorianas?

Yo empecé un proyecto que se transformó en una vivencia maravillosamente infinita. He vuelto realidad esta salida por el país y por su geografía, en un primer momento en búsqueda de repertorio, pero después, tras el encuentro con esa geografía y con esos personajes que uno halla en el camino, mi hoja de ruta cambió. Yo veo hoy la música como un reflejo natural de lo que son las personas, no solamente las geografías y los espacios culturales, sino directamente las personas.

Entonces este país que es tan pequeñito pero con una diversidad cultural tan inmensa me ha permitido viajar desde ese mundo indígena andino, frío, ventoso y alto, que tiene tanto por decir y tantas perspectivas diferentes, frente a un mundo urbano, occidental, más cercano a nuestras capitales y ciudades, que obviamente le plantea a uno la posibilidad de que hay otras formas de ver el mundo. Y viajando desde esa altura, pasar por la costa ecuatoriana y un mundo que tiene que ver con ese pueblo negro, que además nos une con el espacio colombiano, las fronteras se vuelven poco justas frente a una realidad cultural, porque realmente es un sólo pueblo.

También encuentras unas expresiones y una visión del universo totalmente diferente. Recojo cosas de quienes forman parte de un mundo montubio, como le decimos acá (un mundo llanero como se diría en Colombia). Los agricultores, los campesinos de la costa ecuatoriana que también tienen sus formas y sus saberes, sus encantos particulares. Y así mismo una población mestiza, que mezcla todo con todo y de todo, y que renace con unas nuevas formas y con una nueva paleta de colores, que vienen amarrados a un ADN de todos estos sitios que mencioné previamente, pero que se desenvuelven y nos arrojan una nueva flor.

Eso se traslada a la música, tanto en el ámbito de haber recogido estas flores de cada sitio, y al mismo tiempo de bañarse en esa agua que se transforma en inspiración, para contar mis vivencias en esos espacios.

¿Cómo se ha alimentado de estas otras culturas y otras raíces para articularlo con su música?

Ese es un vaso inagotable. De hecho, este viaje a Colombia hace parte de este proyecto de vida que he ido construyendo, de cómo una iniciativa por ir en búsqueda de un repertorio se transforma en una forma de vida también. Por ejemplo, en Argentina se puede ver que el tango no es sólo una música sino una forma de ver el mundo: una forma de vivir, una forma de vestir, de comer, una forma de hablar; además de que en ese país no todo es tango, hay un folclor tan rico y tan poco valorado por momentos. Lo mismo sucede en el Perú. Vamos compartiendo, tejiendo lazos en todos esos países, estamos siempre conversando y hay una mediación mutua importantísima, con el objetivo de que en el escenario, una vez que uno se sube y lo comparte, pueda hablar de cosas con las que la gente se pueda sentir relacionada y que la música nos permita valorarnos a nosotros mismos.

¿Ese es el proyecto EnClave?

Así es. Empieza como proyecto EnClave Ecuador porque justamente esa ha sido una lucha donde me he encontrado en los últimos diez, doce años, y se ha ido ampliando cada vez. Acabo de regresar de una población en la alta montaña del Perú, donde la gente es quechua hablante, donde hay una pobreza importante pero al mismo tiempo una riqueza cultural enorme, donde uno tiene que reaprenderse y disfrutar de otras cosas que a veces distorsiona desde el estudio o desde la ciudad. Todo se transforma en eso, y voy con el corazón abierto para que esta experiencia en Colombia se transforme en lo mismo, en libros para subir a la mochila, para leerlos y masticarlos. Y así que en algún momento nos devuelvan la posibilidad de que esas experiencias se transformen en música, en historias y en gente, en amor y en cariño.

¿Qué eco ha tenido su trabajo? Tenemos un poco la misma situación en nuestros países, donde nos ha tomado tiempo estar a la escucha de nuestras raíces y de nuestra tradición.

Ha sido un despertar lento, y seguimos despertando. Son muchos años de estar fiel en esta lucha, y creo que hoy se vive un despertar dulce donde nos está besando nuestra madre despertando, para ponerlo de alguna manera. Se ve a jóvenes interesados, atención de la academia por los temas relacionados con la música ecuatoriana. Se encuentra también la visibilización en ciertos medios de comunicación, menor a la que quisiéramos, pero hay que reconocer que es mejor que la situación previa.

Hace quince años, esto que estoy haciendo yo no era posible. Viendo a Colombia, existe una realidad en la que nos queremos reflejar, queremos tomar nota de los procesos tan importantes que vemos en Colombia, tanto en su industria, en la creación de espacios más comerciales y en la difusión de sus valores a nivel mundial. Es un ejemplo a seguir, y parte de la motivación de llegar allá es poner nuestra voz en ese mismo barco: inflemos las velas, soplemos juntos, y lleguemos a mejor puerto.

Volver a Colombia ahora es el resultado de años de trabajo. Estuve haciendo algunos contactos a través de personas enamoradas de nuestra propuesta musical, así que ya es una relación de larga data. Estaremos en el Teatro Mayor, también haremos una presentación en la Universidad de los Andes, y luego viajamos al Festival del Mono Núñez, donde nos presentaremos en su escenario principal. Es una gira soñada, por tres escenarios que para mí son fundamentales.

ALIADOS TRANSVERSALES

ALIADOS MEDIÁTICOS